A lo largo de los años, diferentes encuestas han demostrado que los niños que crecen en un entorno más acogedor tienden a comer de manera más adecuada y tienen mejores habilidades sociales. Ahora, un estudio impulsado por el sociólogo Matthew A. Andersson muestra que, además, la relación entre los niños y sus padres puede afectar decisivamente su salud, incluso durante décadas. Por lo tanto, aquellos que están más protegidos por sus padres y viven en hogares cómodos tienden a seguir rutinas beneficiosas a largo plazo en su vida diaria, como durante las comidas, el ejercicio o el sueño.